
La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) ha sido, en los últimos años, un verdadero referente en la formación de jóvenes profesionales en el estado. No solo por sus programas académicos de excelencia, sino también por el compromiso de su comunidad universitaria con causas sociales. Un claro ejemplo de esto es el reciente acto encabezado por el rector, Dámaso Anaya Alvarado, en el que se entregaron importantes nombramientos dentro de la Dirección General de Familia UAT, pero si se indaga con detenimiento, lo que realmente sobresale es la figura de su esposa, Isolda Rendón de Anaya, quien no solo acompaña al rector en estos actos, sino que, de manera silenciosa, juega un papel fundamental en la dirección y expansión de este organismo que brinda servicios a la niñez y juventud tamaulipeca.
Mientras que el rector Anaya Alvarado, como es de esperar, destacó la importancia de los nombramientos en áreas clave para el desarrollo de la comunidad, no podemos pasar por alto el hecho de que quien realmente parece estar imprimiendo un sello personal a esta nueva etapa de la familia UAT es la presidenta de la organización, Isolda Rendón. Su presencia en cada acto, su disposición a escuchar y su liderazgo para mejorar la calidad de los servicios que se ofrecen a la niñez y juventud no hacen más que confirmar su vocación de servicio y su dedicación al bienestar de la sociedad tamaulipeca.
El reciente nombramiento de mujeres destacadas en áreas como el Centro de Idiomas para la Niñez y la Adolescencia (CEINA UAT), el Círculo de Desarrollo Infantil UAT Victoria, y el CENDI UAT Victoria, es una muestra palpable de cómo la administración de la familia UAT está orientada hacia la inclusión, la formación integral y el fortalecimiento de los valores. Si bien es cierto que el rector, en su discurso, remarcó la importancia de estos servicios, la mirada atenta de Isolda Rendón sobre cada uno de los detalles y su constante compromiso con el desarrollo humano son los que garantizan que las acciones no se queden solo en el papel.
Es innegable que la UAT, bajo su influencia, no solo es un centro de conocimiento, sino también un motor de cambio social, donde la educación humanista se traduce en una preocupación genuina por el bienestar de las familias y los jóvenes que componen la sociedad victorense.
El acto, que no fue solo una entrega de nombramientos, también fue una declaración de principios: un principio de calidad, de entrega, de trabajo en equipo y, sobre todo, de apoyo a quienes más lo necesitan. Isolda Rendón de Anaya parece ser una pieza clave en la implementación de estos valores dentro de la UAT, consolidándose como una líder que, desde su lugar, aporta un toque humano y cercano, alejándose de la frialdad que a veces caracteriza a las altas esferas académicas.
En la intimidad… A veces, uno no necesita estar presente en los grandes eventos para sentir que hay algo mágico en el ambiente.
Tal es el caso del Carnaval Conurbado del Sur de Tamaulipas, que este año nos viene regalando un sinfín de emociones y colores. Es impresionante cómo una celebración tan llena de historia y tradición logra conectar a diferentes generaciones, dándoles un espacio para compartir y disfrutar en comunidad.
Lo que más ha resaltado este año es el aire de alegría, de reconexión con las raíces y, sobre todo, ese sentimiento de pertenencia que crea el carnaval en todos los que participan.
De la mano de comparsas, desfiles y una puesta en escena cargada de creatividad, el carnaval de nuestra región ha sigo una gran fiesta que, más allá de su esplendor, se convierte en un escaparate de lo mejor que tenemos como comunidad. Es, sin duda, un recordatorio de que no hay nada como la unión en medio de la diversidad, y de que en la celebración de lo local, podemos encontrar la grandeza de lo universal.
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