La época puede traer mucha alegría para las personas, pero para otras puede traer sentimientos de tristeza.
Por la Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
El fin de año está a la vuelta de la esquina y con él llega el tiempo de Navidad y una variedad de celebraciones que son motivo de disfrute y alegría para las familias. Una buena parte de la población aprovecha esta temporada para llevar a cabo actividades de esparcimiento, convivir en familia, salir de viaje, ir de compras, descansar y demás. Sin embargo, hay también quienes suelen pasarla mal en estos días y caer en la llamada “depresión navideña”.
Etnopsiquiatría.
Dentro de las ciencias de la salud mental, existe una corriente conocida como etnopsiquiatría. Esta se encarga de estudiar las enfermedades mentales y los factores que las influyen en función de la ubicación geográfica y la cultura.
Uno de los descubrimientos más importantes de esta área de la ciencia es el hecho de que una menor exposición a la luz solar hace cambios importantes en la producción de vitamina D, y ello nos predispone a estados de ánimo similares a la tristeza, como lo pudieran ser también la melancolía y la nostalgia.
Es así como una combinación de factores biológicos, sociales y ambientales generan experiencias que resultan en estados de ánimo desfavorables. Por ende, podría pensarse que, aunque los problemas de estado de ánimo pueden pasarnos a cualquiera en cualquier momento, también es cierto que la probabilidad de que aparezcan pudiera ser también de carácter estacional.
Cierre de año.
En el mismo sentido, los cierres de año pudieran ser complicados para algunas personas debido a razones muy heterogéneas; sin embargo, entre las más comunes se encuentran las pérdidas que comprenden un empleo, seres queridos, estilos de vida, o relaciones familiares. Y bueno, a las pérdidas llegamos a reaccionar de formas muy distintas.
En ocasiones la reacción que generemos ante ello dependerá de cómo percibamos la experiencia y de cuanto o qué nos significa aquello que perdimos en términos sentimentales. Del mismo modo, podría atribuirse también a que en ocasiones tendemos a comparar lo que no tenemos con lo que otras personas sí o a añorar lo que era nuestra vida en años anteriores.
Evita la depresión navideña
Es comprensible que existan personas cuyas circunstancias o situaciones de vida traigan consigo sensaciones de tristeza, melancolía, nostalgia y desmotivación. En estos casos la mejor opción siempre es apostar por el autocuidado y que mejor que con una orientación profesional, pero mientras tanto, las siguientes recomendaciones pusieran ser de utilidad:
Encontrar alguna actividad placentera que nos ayude a enfocarnos, por ejemplo, ver alguna serie, leer un libro, pintar, redecorar algún rincón de la casa.
Practicar alguna conducta de autocuidado, consentirnos un poco: una mascarilla, un autorregalo, vestirnos bien, cuidar de nuestro aspecto personal nos ayudan a mantenernos animados.
Es posible que no nos den ganas de hacer mucha vida social, pero el contacto emocional de un amigo siempre viene bien. Hay que mantenernos en contacto, compartir una taza de café con un amigo cercano, no es necesario asistir a una gran gala.
Está científicamente comprobado que la actividad física cambia para bien los químicos en nuestro cerebro. Caminar o practicar un deporte al menos 15 minutos al día va a hacer la diferencia en nuestro humor y apetito.
Procurar una adecuada higiene del sueño. La calidad de sueño influye en el estado de ánimo para bien y para mal. Procuremos usarlo a nuestro favor.
Crear nuevas tradiciones navideñas con un significado. Por ejemplo, cenar algo diferente, implementar una nueva dinámica de intercambio de regalos, etc.
Por último, es claro que cuando estamos tristes o desanimados es difícil prestar atención a lo bueno, aunque esté frente a nosotros, pero buscar apoyo, tener relaciones interpersonales sanas y de cuidado, además de mantener una actitud agradecida siempre nos hará sentir mejor.
La Mtra. Atziri Arroyo Ruiz es profesora de Psicología y pertenece Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).